14 julio, 2011

La estancia secreta

Una adaptación del cuento de Alejandro Jodorowsky.

8 ¿Qué me cuentas?:

entierrafirme dijo...

hace un tiempo te había puesto un comentario en el que te decía que tienes un oficio maravilloso (luego quedó por ahí, siempre olvido poner la palabra de confirmación; me pasa todo el tiempo).En 8 minutos y medio, cobra el sentido perfecto tu post anterior. Un abrazo belkys, hace frío hoy por acá.

Fermina dijo...

Que bueno escuchar tu voz otra vez. Buena historia esta, muchos son los que se olvidan. Y bueno con esta musiquita si que se me iban los pies....
Que tengas un buen fin de semana!

geminis dijo...

me encanta escucharte, no se si alguna vez te lo he dicho ja, lindo cuento y la música deliciosa de esa que te alegra.
besitos belkys

La utopía de Irma dijo...

Me ha encantado gracias por compartir este halocubano.

Un abrazo utópico desde el otro lado del charco, Irma.-

Belkys Pulido dijo...

Charl, este es el tercer comentario que intento se quede acá, la conexión a internet ha enloquecido y ayer borró dos veces esto. Ahora sintetizo por si acaso. Me gusta contar, fíjate, me recuerda aquella búsqueda del calor humano alrededor del fuego. Estimula en quien cuenta y quien escucha la imaginación y ambos entonces, tienden puentes en dos sentidos, asunto difícil hoy en día, cuando todos conversamos como en aquella novela húngara Epepeh.

Belkys Pulido dijo...

Fermina, un abrazo, gracias por detenerte a escuchar, por llegar al final de cada paso, este tránsito nos lleva de prisa, sin darnos tiempo para estimular la escucha y dejarnos fantasear.

Belkys Pulido dijo...

Géminis, paciencia, te cuento. No es de memoria, ya tengo el esqueleto, ya llevo conmigo un dibujo secuencial que me habla, porque si el cuento no me secretea, me enamora, me seduce yo no puedo hablar por él, pero son cuestiones técnicas, ahora en especial los efectos de sonido. Dame tiempo y va, nunca dejo de cumplir lo que prometo. Gracias por ti ¿sabes? eres muy muy especial

Belkys Pulido dijo...

Irma, pues que el charco nos permita ir de ida y vuelta, aunque sea a brinquitos como Alicia en el Pueblo de las maravillas, aquella película cubana, rara e inquietante.

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