03 septiembre, 2011

No hay lectura sin resonancia

Cada lectura me lleva por distintos puentes. Algunos se dirigen hacia otros libros. Los más, a experiencias personales. No hay lectura sin resonancia...
Sobre Sentimiento de culpa, de Vicente Leñero

En la cafetería El Péndulo se encuentran Mónica y Gerardo Mendívil. Ella ha escrito un análisis negativo sobre la novela del escritor en ciernes, impidiendo la edición. El informe se ha gestado entre la fiebre del hijo, el agotamiento y el café amargo. El desconoce que ella ha escrito: Un hombre que asesina a su mujer, así sea "instintivamente" no puede actuar como un muchacho atribulado por una moral católica estrechísima que en nuestros tiempos resulta inverosímil. Mendívil se declara su fan. y despotrica contra el responsable del informe: Dice que no sé escribir, que estoy en pañales, que no tengo la menor idea de como se cuenta una historia.
Ella guarda silencio. Recibe elogios en cascada y acepta llevarse la novela, leerla , otra vez. Y en esa segunda mirada el texto florece.  A horcajadas sobre una tabla se imagina ella reescribiéndola, salvadora de aquel espantajo con fondo pero sin forma.
El segundo encuentro en El Péndulo descubre la verdad. Gerardo Mendívil sabe, ya sabía desde aquella primera vez que ella redactó el informe condenatorio. "La verdad es que no ho he leído nunca un libro tuyo". Pero reconoce un acercamiento a la verdad. "ahora que ya se me enfrió el coraje, reconozco que todo lo que dices en tu informe es cierto".
Se disculpa, mientras Mónica intenta decirle sobre su segundo análisis, la segunda ojeada, otra interpretación. Su propuesta. Pero él se disculpa, le pide perdón desde la mirada sincera de sus ojos verdes. Y ella queda sola, con su culpa ahorcando al Ego. Ese que nos destierra a la isla de nuestra estéril petulancia.

2 ¿Qué me cuentas?:

entierrafirme dijo...

Esa culpa, que luego parece el arribo de lo que en Cuba llaman, una galleta sin mano. Son difíciles luego de lograr, requieren mucha elegancia. Pero son las más fuertes y todo el que se la busca, alguna vez le llega

Belkys Pulido dijo...

La arrogancia, Charlene. La culpa muerde y muerde queda ahí, abriendo hoyos en los sentidos y pasan los años, sigue mordiendo. A veces es mejor una bofetada que lo exima a uno de la culpa.

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