06 mayo, 2012

Indiferencia

    And never have I felt so deeply at one and same time so detached from myself and so present in the world. Albert Camus.
                                    
Adrien Brody sufre en Detachment una vida minúscula. Sin entrega, ni interés alguno, asume de maestro sustituto en una escuela neoyorkina. Durante escasas tres semanas “no hay responsabilidad en enseñar”.

El tránsito de personajes adultos en el ámbito docente evidencia la vida hueca, descreídos. Soportando agresiones verbales y físicas, con el desapego como salvavidas, con aparente indiferencia para sobrevivir ante la hostilidad estudiantil.

Varios filmes han tratado el tema. De esos con finales felices y alumnos “salvados”. Aquí nadie encarna Prometeos, la adolescente prostituta; la gorda de la clase, ahogada en sus talentos; el negro, provocador, enmascarando emociones y otros, desfilan solitarios, comunes y dolorosos en su mediocridad. ¿Qué marca la diferencia?

Una película que nos cuestiona ese hilo minúsculo que otorga el vínculo entre docentes, estudiantes y familia. Quien ha pasado años frente a un salón reconoce el monstruo imprescindible de la indiferencia. ¿Los salvas a ellos a pesar de ti? ¿Caes con ellos?

El maestro encarnado con Brody carga un saco de pesadillas. Su desvalida soledad lo enfrenta al cuaderno en blanco de su abuelo. Cuando viaja hacia la escuela parece huyendo de alguien que vive en su interior y ante el cual le es imposible vivir indiferente.

Al final de un curso escolar, al cerrar las puertas queda en el aire cierto vestigio de desastre. En cada despedida puedes haber sembrado en uno o dos. Puede que después de varios cursos reconozcas una esencia vivencial: No podrás hacer nada por quien esté huyendo de ti. No podrás detener la indiferencia. Te sostendrá la certeza de ayudar, al menos a uno y en ese El o Ella enriquecido, fijarás toda esperanza.

Quizás al volver a casa no te veas en los ojos tristes de Adrien Brody, el maestro leyendo un fragmento de Poe:
Era una frialdad, un abatimiento, un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia forma alguna de lo sublime.



2 ¿Qué me cuentas?:

Fango dijo...

Con el verdadero maestro el discípulo aprende a aprender, no a recordar y obedecer. La compañía del noble, no modela sino que libera.

Autor: Nisargadatta

Belkys Pulido dijo...

Así es, maestros como puerta abierta o maestros cárcel, de esos abundan más. ]Gracias por tus aportaciones, buen fin

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