07 mayo, 2013

Rapsodia Gourmet l

Toda mi vida he tenido una relación complicada con los alimentos. Por eso aprecio mucho, las comidas compartidas y el paladar perezoso entregado más a la charla que a la degustación. Muriel Barbery en Rapsodia Gourmet, así lo describe.
Toda la vida no lo es más que por la ósmosis de la palabra y porque la primera envuelve a la segunda en su traje de fiesta. Así, casi a mi pesar, las palabras de los amigos improvisados, que nimbaron el almuerzo con una gracia inédita, constituyeron la sustancia de mi festín, y lo que aprecié con tanta alegría fue el verbo y no las viandas.
 

4 ¿Qué me cuentas?:

LAO dijo...

el ritual de compartir los alimentos es cosa buena, pero lo intangible y vincular es lo que nos sostiene apreciada Belkys. Afectuosos saludos.....

esteban lob dijo...

Hay que tener mucha fuerza de voluntad, estimada Belkys, para que sobreviva un "paladar perezoso".

Un beso.

Belkys Pulido dijo...

Lao, busco en los alimentos una conexión que va más allá del sabor. Quisiera meter menos cerebro a la comida, pero algo en mi interior estableció un puente con la lectura de este libro y comprendí que hay personas que viven para comer y otras que van cosechando en cada bocado un paladar exigente y entrenado para determinadas texturas, aromas y sabores. Pero comida en soledad, no tiene sentido para mí. Y he conocido del temor a comer acompañado, la masticación compartida ha sido un entrenamiento por estos lados en que sí se puede aprender a comer.

Belkys Pulido dijo...

Cierto, Esteban y los que tenemos hijos pequeños sabemos de ese algo que implica un rechazo absoluto ante un alimento que a la vista no sugiere, o un aroma raro. Un niño puede quedar ensimismado frente a una natilla o puede hacer llorar a una madre, frente a ese muslo de pollo muerto.

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