28 enero, 2014

José Martí


En literatura, como en el nacimiento humano, no es la concepción, sino la expresión lo que cuenta. –La una es dolorosa; la otra, penosa, cuando no es desgarradora. Escribo, y luego podo, pongo médula, quito hojarasca, mermo. Lo que no se tiene en pie por sí, abajo. Donde falta un color genial, color. Donde un adjetivo saca un plano o realza una figura, perfecciona las distancias un adjetivo.   José Martí, escrito en el margen inferior de “Contra el verso retórico y ornado”.

Del Maestro se ha dicho de todo. De este lado se publican blasfemias, criterios infundados, burlas, como si algunos cubanos quisieran borrarse con un dedo. Esas alimañas fueron idénticas allá, menosprecian absolutamente su pasado, pero muchas harán como el perro callejero, descuidado y solo va a morir al patio, donde daba del cuerpo.
Conservo una entrevista que fuera publicada el 17 de enero de 1993,  en La Habana. Vicente Lanz García, sobrino nieto de Martí  habla del hijo del Apóstol, de Maria Mantilla, de anécdotas familiares que pasaron de voz en voz. Vicente es el nieto de Amelia:


Transcribo la parte de la entrevista  que se refiere al hijo de José Martí, aquel a quien le escribiera el poeta un libro iluminado Ismaelillo. Apreciemos la virtud con que debió escribir esta dedicatoria:

Hijo:

         Espantado de todo, me refugio en ti.

Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura,

en la utilidad de la virtud, y en ti.

Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras

páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal

como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos

arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de

verte en esa forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos

han pasado por mi corazón.

            ¡Lleguen al tuyo!

Fragmento de la entrevista
¿Conoció a José francisco, el hijo de Martí?
Sí, venía luego a casa a saber de mi madre, que era su prima, y aunque mantuve con él una amistad, me impresionó su figura. Era alto y muy serio, pero a la vez con una expresión tranquila y amable…Sí, tenía algo de Martí, pero no se le parecía físicamente. Lo recuerdo mayor, bastante canoso, diferente a la imagen del hombre de 42 años que murió en Dos Ríos.

Yo lo admiraba porque tuvo, a mi juicio, un gran mérito y jamás hizo alarde de eso, ni de que era hijo de Martí. Pepito no se crió con su padre, sino con su mamá y su abuelo materno que eran españofilos y censuraban las ideas independentistas. El creció con una gran presión a su lado y para que no se vinculara con la causa y tuvo solo contactos esporádicos con su papá. Sin embargo, José Francisco se fue a la manigua en la guerra del 95 para luchar por Cuba. Se ganó grados militares combatiendo como un soldado más, porque tampoco reclamó honores por ser el hijo de Martí. Fue un hombre que supo discernir qué era lo justo y estar siempre al lado del padre, Murió después de mi abuela, aquí en La Habana.

José Francisco Martí y Zayas Bazán no tuvo descendencia, pero gracias a él, el halo creativo de José Martí y su voz profética marcarían en tropos y figuras la voz perenne de los padres.
Fragmento de Musa traviesa

Hijo soy de mi hijo!

El me rehace!

Pudiera yo, hijo mío,

Quebrando el arte

Universal, muriendo,

Mis años dándote,

Envejecerte súbito,

La vida ahorrarte!

Mas no: que no verías

En horas graves

Entrar el Sol al alma

Y a los cristales!

Hierva en tu seno puro

Risa sonante:

Rueden pliegues abajo

Libros exangües:

Sube, Jacob alegre,

La escala suave:

Ven, y de beso en beso

Mi mesa asaltes:

¡Pues esa es mi musilla,

Mi diablo ángel!

¡Ah, musilla traviesa,

          Qué vuelo trae!
Puentes de lectura:
Entrevista por Rosa  Miriam Elizalde. Juventud Rebelde, 17 de enero de 1993. Fotos: Baldrich
Anuario del Centro de Estudios Martianos. 9. 1986
 

 

 

2 ¿Qué me cuentas?:

Juan Herrezuelo dijo...

Ah, perdona mi ignorancia, Belkys, pero no sabía que a Martí se le conocía como el apóstol de la independencia; hermosísimo apostolado, por cierto. Y hermosos también esos cuatro objetos de su fe, que son tres, los tres primeros, que se sostienen por la fuerza de la voluntad que nos fortalece el cuarto: nuestros hijos, de quienes -¡qué magníficamente expresado!- somos hijos, pues volvemos a nacer a una vida nueva a través de ellos…

Belkys Pulido dijo...

El Apóstol de la Patria, se le llama en Cuba, así lo nombrábamos desde pequeños. Después cuando lo estudié, supe lo que era vivir un apostolado y hoy, desde otra perspectiva, estamos algunos, más cerca de él.

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